Mitología Maya y azteca

La mitología maya se refiere a las extensivas creencias politeístas de la civilización maya precolombina. Esta cultura mesoamericana siguió con las tradiciones de su religión desde hace 3.000 años hasta el siglo IX, e incluso algunas de estas tradiciones continúan siendo contadas como historias fantásticas por los mayas modernos. En general los textos mayas fueron quemados por los españoles durante su invasión de América. Por lo tanto, el conocimiento de la mitología maya disponible en la actualidad es muy limitado.


  • El Popol Vuh (o Libro del Consejo de los antiguos de quiché) que es una excepción, en el sentido de que sobrevivió a los conquistadores españoles, relata los mitos de la creación de la Tierra, las aventuras de los dioses gemelos, y la creación del primer hombre.
  • Los libros de "Chilam Balam" que fueron escritos a lo largo del siglo XVII, durante la época de la colonia española por los descendientes de los mayas que habitaron la península de Yucatán, también contienen información sobre la mitología maya. En lo general describen las tradiciones de esta cultura.
  • Las crónicas de Chacxulubchen, mucho menos conocido y estudiado, es otro texto importante para la comprensión de la mitología maya.
La mitología mexica o mitología azteca es una extensión del complejo cultural conocido como nahua o anahuac, formando parte de un mundo prehispánico, varios son los pueblos que tienen rasgos culturales comunes y que no por ello se reúnen en el concepto Mesoamérica . No obstante las peculiaridades que diferencian unas culturas de otras, así como la disparidad entre el tiempo y el espacio, son evidentes varios aspectos esenciales en cuanto a la pretendida explicación de la existencia del mundo, del fluir del tiempo, de la vida y del creador, de entre ellos hay tales semejanzas que pocas veces se habla de religiones mesoamericanas, y sí con frecuencia de una religión común. Los aztecas se consideraban como el pueblo elegido por el sol, encargados de garantizar su recorrido por el cielo, alimentándolo. Este sentimiento fue reforzado por la reforma social y religiosa de Tlacaéletl bajo el reino de los emperadores Itzcóatl, Moctezuma I y Axayácatl a mitad del siglo XV.
La creencia mexica está condensada en la leyenda de los cuatro soles y que culmina con la del Quinto sol que se refieren a las edades de la tierra y en lo que respecta al universo, se le componía de dos secciones, vertical y horizontal.
  • La región horizontal. La parte horizontal se componía se los cuatro puntos cardinales o cuatro vientos más una parte central (calpulli) como eje. El oriente estaba dominado por Xipetótec o Tláloc, por lo que sus dominios eran fértiles y había abundancia en todas las siembras. El occidente se hallaba bajo la protección de Quetzalcóatl, donde residía la estrella de la tarde, Venus. El Sur estaba bajo el influjo de Huitzilopochtli . Mictlantecuhtli morada en el norte, región tenebrosa y domindada por el frío. El centro era dirigido por Xiuhtecuhtli. El Calpulli era el punto de unión de la tierra y el cielo, de los cuatro rumbos del mundo: mundo superior e inferior. Así, el organismo humano está inserto en el cosmos y forma parte de los cinco elementos junto con el aire, la tierra, el fuego y el agua.
  • La región vertical. Esta región estaba dividida en paraísos e infiernos, donde la parte superior era la morada de los dioses, en orden descendente según su categoría sumando 18 en total, de las cuales una de estas secciones estaba dedicada a Tláloc, y se subdividía en una parte oriental y otra occidental para designar el paso del sol desde su nacimiento hasta su paso temporal. Al paraíso oriental (Tlálocan) llegaban todos los muertos en batalla o en la piedra de los sacrificios, también los que morían ahogados o fulminados por un rayo . Y finalmente el paraíso occidental era destinado a las mujeres muertas por parto, siendo convertidas en las parteras del sol en su nacimiento diario, mientras los demás muertos iban al inframundo Mictlán, pasando primeramente por una serie de pruebas como cruzar grandes montañas o evitar los ataques de diferentes criaturas para luego atravesar ocho desiertos y escalar ocho colinas sometidos a furiosos vientos que arrojaban cuchillos de obsidiana, pasadas las pruebas, los muertos debían cruzar un ancho río sobre un canino rojo para finalmente encontrarse con el regidor del inframundo, el señor Mictlantecuhtli, quien disponía del muerto para enviarlo a una de las nueve regiones del Mictlán.

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